sábado, 18 de abril de 2020

A la espera...

Siempre queda la esperanza, aún sabiendo que el amor duele, para descubrir nuevos horizontes, idas y venidas de emociones y sentimientos nuevos.
Siempre asoma la duda, indescriptible amiga de la desconfianza. Soberana intrusa en la mente y despiadada con el corazón.
Y mientras los pensamientos afloran con añoranza de mágicos encuentros, la vida cruza sus astros y te presenta la desazón y la batalla más temible.
Esa lucha por priorizar y encontrarse uno mismo. Una contienda de energías. Una quemazón pendenciera.
Y cuando la cuerda afloja, la exigencia al prójimo se traduce en reproches. La desidia de la comunicación en desaliento de ausencias y las carencias de afecto en olvido premeditado.
No quiero paseo en barca con la mar brava.
Ni quiero disputa oral por niñerías absurdas.
Y en ello empleo mi tiempo, en quererme un poco más, sin pretender que me amen.
En curar mis heridas de combates absurdos, "si tú no yo tampoco".
Y aparcando mi vida en el obrador de la ciencia, pongo a prueba la caducidad de mis sueños.